Inyecciones para adelgazar: ¿milagro o riesgo?

Muchas personas sueñan con perder peso sin hacer dieta ni ejercicio, y algunas creen haber encontrado la solución en unas inyecciones que se usan para tratar la diabetes tipo 2. Se trata de la semaglutida y la liraglutida, dos fármacos que imitan una hormona que regula el apetito y la glucosa en la sangre. Pero, ¿son realmente efectivas y seguras estas inyecciones para adelgazar? ¿Qué dicen los expertos y las autoridades sanitarias al respecto? En este artículo te lo contamos todo.

¿Qué son la semaglutida y la liraglutida?

La semaglutida y la liraglutida son dos principios activos que pertenecen a la familia de los análogos de la GLP-1, una hormona que se produce en el intestino después de comer y que envía señales al cerebro para que se sienta saciado y se reduzca la ingesta de alimentos. Además, la GLP-1 estimula la producción de insulina y disminuye la de glucagón, dos hormonas que regulan el nivel de azúcar en la sangre.

Estos fármacos se administran mediante una inyección subcutánea una vez al día (liraglutida) o una vez a la semana (semaglutida), y están indicados para el tratamiento de la diabetes tipo 2, una enfermedad crónica que se caracteriza por una resistencia a la insulina y un aumento de la glucosa en la sangre. Al imitar la acción de la GLP-1, estos fármacos ayudan a controlar el azúcar y a prevenir complicaciones como la hipoglucemia, el daño renal o las enfermedades cardiovasculares.

Sin embargo, estos fármacos también tienen un efecto secundario que ha despertado el interés de muchas personas que quieren perder peso: la reducción del apetito y la ingesta calórica, lo que se traduce en una pérdida de peso significativa. De hecho, uno de estos fármacos, la liraglutida, se comercializa con el nombre de Saxenda como un medicamento para la obesidad, y está autorizado para su uso en personas con un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 o superior a 27 si tienen algún factor de riesgo asociado, como hipertensión o diabetes tipo 2. La semaglutida, por su parte, se comercializa con los nombres de Ozempic y Rybelsus para la diabetes tipo 2, y con el de Wegovy para la obesidad, aunque este último solo está disponible en Estados Unidos por el momento.

¿Qué evidencia hay sobre su eficacia y seguridad?

Varios estudios clínicos han demostrado que la semaglutida y la liraglutida son efectivas para reducir el peso corporal y mejorar el control glucémico en personas con diabetes tipo 2. Por ejemplo, un estudio publicado en el New England Journal of Medicine en 2021 mostró que la semaglutida, en una dosis de 2,4 mg semanales, logró una pérdida de peso promedio del 14,9% en personas con obesidad o sobrepeso, frente al 2,4% del grupo placebo, después de 68 semanas de tratamiento. Además, el 86,4% de los participantes que recibieron semaglutida perdió al menos el 5% de su peso inicial, el 69,1% perdió al menos el 10% y el 50,5% perdió al menos el 15%. Estos resultados fueron superiores a los obtenidos con otros fármacos para la obesidad, como la liraglutida, el orlistat o la fentermina.

Sin embargo, estos fármacos también tienen efectos secundarios que hay que tener en cuenta, como problemas gastrointestinales, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, reflujo, flatulencias, aumento del pulso y, más raramente, pancreatitis y la formación de cálculos biliares. Además, recientemente la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha iniciado una revisión sobre la seguridad de estos fármacos, tras recibir notificaciones de pacientes que, usando estos medicamentos, habían concebido ideaciones suicidas o habían llegado a autolesionarse. Se espera que la investigación finalice en noviembre de 2023 y, si se confirma que estos eventos están relacionados con el uso de estos fármacos, se emitirán nuevas recomendaciones para su uso.

¿Qué opinan los expertos y las autoridades sanitarias?

Los expertos y las autoridades sanitarias coinciden en que la semaglutida y la liraglutida son fármacos útiles y seguros para el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad, siempre que se usen bajo prescripción médica y se acompañen de cambios en la alimentación y el estilo de vida. Así lo han expresado la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) en Estados Unidos, el Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención (NICE) en Reino Unido, o la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en España, entre otros.

Sin embargo, también advierten de los riesgos de usar estos fármacos sin control médico, de comprarlos por internet sin garantías de calidad y seguridad, o de abusar de ellos para perder peso de forma rápida y sin esfuerzo. Estas prácticas pueden tener consecuencias graves para la salud, como hipoglucemias, deshidratación, desequilibrios electrolíticos, daño hepático, renal o pancreático, o trastornos psicológicos. Además, pueden generar una dependencia psicológica y una pérdida de la autoestima, al no afrontar el problema de fondo que causa el sobrepeso o la obesidad.

Por lo tanto, la conclusión es que las inyecciones para adelgazar no son ni un milagro ni un riesgo, sino una herramienta más que puede ayudar a algunas personas a mejorar su salud y su calidad de vida, siempre que se usen de forma adecuada y responsable, y bajo la supervisión de un profesional sanitario.

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